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PAUL MALIGNAGGI, DE BOXEADOR A PAYASO DE UN NUEVO CIRCO


POR ADRIÁN MICHELENA


Paul Malignaggi hizo fortuna en el boxeo: obtuvo fama, reconocimiento, mujeres, millones de dólares, dos campeonatos mundiales y todo lo que usted se pueda imaginar. Ese señor, también, aún hoy sigue viviendo gracias al boxeo: a dos años de su retiro, trabaja como comentarista de grandes combates en una cadena televisiva internacional y ha sido contratado por Connor McGreggor para ser sparring en su chanza con Floyd Mayweather. Malignaggi tiene nombre y apellido gracias al boxeo, que le dio una vida mejor de la que el destino tenía para un hijo de inmigrantes sicilianos en los suburbios de Brooklyn. Podría estar Malignaggi disfrutando la bonanza que consiguió después de 19 años de boxeador profesional. Pero no. Eligió el dinero y perder el honor. A los 38 años, optó por pelear sin guantes, con los nudillos desnudos, en un ring circular. Dio vergüenza ajena verlo sufrir en un show grotesco, que no se practicaba legalmente en los Estados Unidos desde 1889. Algunos  presentaron al Bare Knuckle Fighting Champsionship 6 como boxeo sin guantes. ¡Sí, ya hicieron 5 eventos desde octubre del año pasado! No existe el boxeo sin guantes, señores. Eso será cualquier otra cosa, menos boxeo.

ASI QUEDARON LAS MANOS DEL RUSO LOBOV, ROJAS DE SANGRE PROPIA Y AJENA.

Malignaggi terminó cortado, mucho más feo que su rival, con sus manos doloridas, -no las sacó a fondo casi nunca en toda la noche- dejando una sensación de orfandad y confusión muy grande. De seguro le habrán pagado una suculenta bolsa para darle una explosión mediática al BKFC, una franquicia que creció en Inglaterra y que desembarca en los EEUU, tal vez con la intención de robarle una porción de mercado a las artes marciales mixtas (MMA). Ahora bien, ¿el peso de los billetes alivianan la mochila de cargar con esa frustración innecesaria? ¿Tiene todo el derecho Malignaggi de hacer lo que se le plazca? ¿O como ex boxeador de renombre tiene un compromiso, un deber especial ante la sociedad? ¿Que Malignaggi haya subido a pelear como representante de boxeo en un ring redondo y sin guantes, daña la reputación suya nomás? ¿O la del boxeo en general? La misma pregunta que nos hacíamos antes. ¿Que Mayweather Jr. haya invitado a McGregor a pelear en el boxeo, daña la reputación de Conor nada más, que fue ridiculamente golpeado, perjudica a Floyd, que montó un circo pensando en los verdes? ¿O lastima a los dos deportes, que poco y nada tienen que ver entre sí? ¿Que nos dice que en esta era de deporte espectáculo haya más desafíos de interés mediático que desafíos de real interés deportivos? ¿Que nos dicen los hechos, más que las palabras? 


A Malignaggi lo cortaron como cuando uno abre un churrasco al medio para saber si está cocido o no. Entonces, ¿no era, como dijo el propio Malignaggi, el boxeo el deporte más sangriento de todos? ¿Se habrá dado cuenta de lo afortunado que fue al pelear amparado por las reglas del boxeo actual, que es duro y puede llegar a ser brutal, pero ni por asomo es una salvajada como pelear con las manos libres? ¿Qué mensaje deja la incursión de Malignaggi en este show de sangre y dinero? ¿Que los campeones mundiales de boxeo son blanditos para este “deporte de machos”? ¿Que los hombres de verdad pelean sin guantes acolchonados? ¿Que para ver un show electrizante hay que romperse la nariz, la mandíbula, las manos y quién sabe cuantas cosas más? ¿Valen más la fiereza y los charcos de sangre, que el arte y la ciencia del pegar y no dejarse pegar? Y por último, ¿qué buscaron los organizadores del show? ¿Masificar la franquicia? ¿O enviar un metamensaje? ¿La derrota de un ex campeón de boxeo les sirve para validar la idea madre del negocio, que un luchador de BKFC es más fuerte que cualquier otro peleador?


PAUL MALIGNAGGI TERMINÓ CON SUS MANOS ROTAS.
“Me dolían las manos, me rompí la derecha y creo que la izquierda también”, declaró Malignaggi luego del combate ante el ruso Artem Lobov, ex luchador de la UFC, que también incursionaba en este “nuevo” (viejo) mundo de pelear sin guantes.. Tuvo fortuna Malignaggi de no sufrir un desprendimiento de retina, o un daño en su córnea. El corte que sufrió sobre el arcosuperciliar izquierdo era tan profundo que parecía haber sido hecho con un cuchillo de cocina. El hueso corta de otra forma que el acolchonado de un guante. Y Malignaggi, que peleó toda su vida con protecciones, tenía resto físico para pelear más minutos (son 5 rounds de 2) pero sus manos le dolían como nunca cada vez que impactaban con la humanidad de su rival. Es lógico, sus nudillos no han desarrollado la callosidad que tienen aquellos que han pasado su vida golpeando con los puños al descubierto. Es como pegarle a una trompada a una pared, de un día para el otro, y durante diez minutos. Una locura total. Un retroceso. “Peleamos con las reglas de Brougthon”, dicen los dueños de BKFC. Hablan de Jack Broughton, un inglés del 1700, famoso por la lucha de puño limpio. Brougthon debe estar revolcándose en su tumba. Ese deporte de puños limpios que se practicaba por entonces evolucionó en boxeo. Pero hay gente que quiere volver a la prehistoria. Y pintarla de revolucionaria. No hay circo sin payasos.




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