Es cierto: Argentina se presta para todo, pero cuesta imaginárselo al pope de la AFA, Julio Grondona diciendo que “el futbolista argentino es un vago”. El Papa del fútbol nuestro, enseguida, sería puesto de rodillas por los Riquelme, los Verón, los Maradona. A estos genios del balompié no le vengan a decir que el que más corre, gana. Porque ellos son la evidencia empírica de que no. Además, por peso propio saldrían en defensa de los mortales de sus colegas. Pero en el boxeo, deporte sacrificado si los hay, hay una sentencia que casi nadie se interesó por refutar y que aparece para sembrar un debate: “El boxeador argentino es vago porque se entrena solo cuando sabe que va a pelear”. Lo dice Osvaldo Bisbal, presidente de la Federación Argentina de Box.
Así como el periodista de deportes “es un tipo al que le pagan por ver peleas gratis y entrar a todas las cancha”, el imaginario popular también tiene espacio para ocuparse del boxeador. La imagen del pugilista, al cabo, no es más que una construcción social. Cada uno tiene su estilo. Pero hay una idea de que la que nadie discute: son tipos que se ganan la vida matándose a trompadas cada dos o tres meses. Ahora bien, ¿qué es lo que hace el boxeador cuando no pelea? Eso es lo que el público que consume (mucho o poco) boxeo no sabe. Por una simple cuestión, los entrenamientos no se televisan como en el fútbol, el gran hermano de nuestros deportes. En el boxeo, hay que dejarse guiar por lo que cuentan los boxeadores, sus sparrings, entrenadores y mánagers.
En ese contexto, un tipo al que le pagan por ver peleas gratis, y siendo las diez de la mañana, tiene el tupé de dudar del esfuerzo del boxeador de estos pagos. Entonces, este periodista como de costumbre agarra el teléfono, y pregunta boludeces: ¿Es vago el boxeador argentino? ¿Te tiraste a chanta alguna vez? Los entrevistados son al tun tun, hay un random selec, para ganar en espontaneidad. Marcelo Domínguez-ex campeón mundial crucero- se ríe, y dice “a mi no me sobró nada, como no tengo pegada me tuve que matar entrenando”. Walter Matthysse –ex retador a la corona mundial- piensa que con más entrenamiento hubiera sido campeón y revela que era vago porque acá el nivel de sus oponentes no era bueno y se aburría.
Escuchar a los boxeadores, de eso se trata. Héctor el Artillero Velazco-ex campeón mundial mediano- dice que es fácil pegarle al boxeador, total nadie dice que acá la mayoría en el profesionalismo tiene que trabajar ocho horas por día. Y recién después irse a entrenar. Velazco siendo número 3 del ránking mundial, ganaba 1500 pesos por pelea y trabajaba en una obra en construcción. Diego La Bestia Sanabria, que peleó y ganó ¡ocho veces! en el año dice que Bisbal está en lo cierto, que el boxeador cansando de los promochorros (usa ese término) termina desmotivándose. Alejandro Falliga habla de lo mismo: “si sería mejor pago, el boxeo sería más profesional”. Y revela que cuando más necesitaba entrenarse, se agotó. Por más duro que se sea, nadie puede vivir a los golpes, ¿no?
Ulises López compartió campamento con Lucas Matthysse y Marcos Maidana, ya está retirado, y enfatiza que es difícil hablar de generalidades. Piensa que nadie puede criticar a Matthysse “porque él siempre vivió para entrenarse”. Caso parecido al de Maravilla Martínez tanto el de antes, el purrete pobre, como el de ahora, el hombre que es recibido por el Papa en el Vaticano. Aún así, López quiere hablar con apellidos, y afirma que todos saben que Maidana es un superdotado pero no le gusta mucho entrenar. No es nada nuevo esto de las estrellas part time. Fíjense sino, los casos de Pablo Chacón y el Roña Castro, entre otros, dos que hicieron un bollo de sus rivales y de las hojas con las rutinas de entrenamiento.
Para evitar la deserción en el gimnasio, y extirpar la “fiaca”, el Cuty Barrera a todas sus preparaciones les agrega algo nuevo: en la última le “pegaba” a Matthysse con dos flota-flota (los que se usan para el agua) para trabajar de forma recreativa los reflejos y la velocidad. También prefiere hacer campamentos extensos a fin de mantener la concentración de su pupilo. El ex campeón mundial mosca Carlos Salazar aporta que el púgil tiene que estar preparado para pelear y no para una pelea. Aunque niega haber visto en su generación profesionales a media máquina. De apoco, empiezan a aparecer elementos para entender mejor la identidad del boxeador argentino. Este cronista podría seguir escribiendo. Pero por pereza, prefiere terminar la nota acá.
Foto: Diario Olé
La vagancia esta en la escencia de nuestros muchachos. Eso permitiò que paises sin tradiciòn, empardaran los logros de los pugiles argentinos. Hoy cualquier pugil europeo, por ejemplo, le gana a nuestra figura top. Algo que hace 25 años, no sucedia.
ResponderEliminarBuena nota.
Enrique Sanchez.