Se terminó. No sonó la campana (porque no había), pero un aplauso cerrado, de algunos colados, sirve para darse cuenta que ya se había visto todo. La exhibición en el gimnasio del Polideportivo Pinamar ya es historia. Y los dos, karateca y boxeador, andan regalándose elogios como si fueran amigos de toda la vida. Vaya paradoja no. El deporte es como la vida, después de las peleas, siempre se espera un abrazo. No hay vuelta que darle. Es así. De golpe una voz interrumpe el relato. "Banquen loco, tanto elogio, van a terminar a los besos"; es la broma que surge en ese improvisado tercer tiempo. Claro, se reconocen mutuamente, como dos guerreros de estirpe. Hay códigos implícitos. Y eso vale más que mil palabras. Fue una pelea franca y cordial. Los dos mostraron su arte, de qué están hechos, y todos quedaron contentos. Alguno, obvio, fue mejor que el otro. Pero eso no cuenta. Después de todo, esto es deporte amateur y no existe el suficiente tiempo para dedicarle a la disciplina. Son tiempos duros estos. Y hay que repartirse el día, sino no hay quien pare la olla.
Felipe Tellechea es karateca, cinturón marrón (uno abajo del negro), tiene 26 años y unas ganas bárbaras de progresar en la vida. Cada vez que viaja a Mar del Plata a combatir, los rivales se agarran la cabeza. Es un tipo rápido, astuto, agresivo. No parece el portero de un edificio de Pinamar. Iván Gutiérrez es boxeador, hijo de bolivianos, trabaja a destajo en la despensa familiar de Ostende. Pasa sus tardes entre bifes y milanesas. Pierde mucho tiempo despostando y dos por tres se electrocuta con la picadora de carne, que está en corto. Tiene 21 años y un puñado de peleas como amateur, en los rings de la fría Costa Atlántica argentina. Los dos aceptaron el desafío, con algo de desconfianza al inicio. Fueron seis minutos reloj de una lucha, que empezó siendo exhibición, que tuvo raptos de pelea en serio y que terminó con los dos agotados, No vale la pena andar buscando hipérboles que agranden lo que se vio. Para qué estirar la masa, si así como está, ya tiene cuerpo y forma, y sabe muy bien. El deporte mejora a la gente, transforma a las personas en humanos. A las prueba me remito.
Comentarios
Publicar un comentario