POR ADRIAN MICHELENA El Piri García tenía que escribir una crónica para definir el baile que Nicolino Locche le había dado al brasileño Sebastián Nascimento. “Lo hizo pasar de largo toda la noche, no lo pudo tocar”, pensó el periodista de El Gráfico. “Parece invencible, es indetectable, más bien es... Es intocable, ahí está, El Intocable”, agregó el cronista, sin saber que acababa de encontrarle el verdadero nombre a la leyenda. Según cuentan, lo de Intocable viene de la exitosa serie de Eliot Ness (The Intouchables), pero Nicolino era de carne y hueso. Y más de una vez se comió un lindo mandoble porque Locche elegía siempre jugar con fuego . Sin ir más lejos, en su primera defensa de título mundial, el Morocho Hernández lo enganchó con un derechazo voleado que lo mandó a la lona. Enseguida Locche se recuperó y ganó esa pelea con autoridad de maestro. Nicolino Locche tenía un vicio, boxeaba sin lastimar. Esquivaba los tortazos y, de vez en cuando, devolvía alguna que otra cacheta